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Casi recién egresado el ingeniero Cabrera y poco tiempo después de su matrimonio con la srita. Matilde Ipiña, su suegro, don José Encarnación Ipiña le encargó el proyecto de la construcción de este edificio. El sr. Ipiña quería hacer algo grandioso, parecido a los monumentales edificios de la Rue Rivoli francesa, donde había vivido durante tres años, y los que se caracterizaban por tener portales en la planta baja que permitían la instalación de comercios para los transeúntes y reservaban la planta alta para vivienda.

La idea original de Encarnación Ipiña era convertir todas las manzanas de la Calle de Maltos, hoy Venustiano Carranza, desde el jardín de La Compañía, hoy plaza Fundadores, hasta La Corriente, hoy calle Reforma, en una imitación de la Rue Rivoli, sin embargo, el plan nunca se realizo debido a que los demás dueños de los lotes que el sr. Ipiña contemplaba en su proyecto no fueron convencidos del mismo y solo quedó el edificio Ipiña como una muestra de lo que hubiera podido ser todo el frente de esta calle.

Poca gente sabe que en sus departamentos, el edificio Ipiña albergó al general Matías Ramos y a su grupo cercano de gente, quienes llegaron a utilizar el inmueble como fortaleza en años de la revolución. Durante su esplendor, el edificio Ipiña fue sede de la estación de radio XECZ, del cine Imperator, de la Escuela Musical Cipriana Medina, del consultorio del doctor Arturo Martí, de la Academia Comercial Moderna, de la compañía anónima Aguas del Potosí y del consulado americano.

El inmueble no fue concluido hasta terminada la revolución, y al inicio de esta, en 1913, el ing. Cabrera, el sr. Ipiña y su familia huyeron de la ciudad y en 1914, José Encarnación recibió una carta en la que le notificaban que los revolucionarios habían tomado tres de las habitaciones del edificio. Se cuenta que cuando el ingeniero Cabrera regresó a San Luis Potosí con su familia en 1917, tuvo que comprar absolutamente todos los muebles necesarios para habitar su departamento debido a que los revolucionarios no dejaron ni las alfombras.